Hoy al salir del metro U de Chile, por el paseo Ahumada,
me encontré con María Virginia, a quien conocí a fines de 1974.
En esa época ella era joven, interesante, bien vestida, buen
vocabulario, buen pasar.
Conocía a todo el mundo. Vivía sin problemas en un hermoso bungalow en Providencia. Contaba incluso con mayordomo de librea y todo.
Cierta vez le conté que había estado en una recepción diplomática donde conocí a un embajador . Me dio todos los datos de el, incluso su número telefónico privado. Los comprobé y eran ciertos.
Muchas veces le veía hablando por teléfono. Y en su agenda tenía datos de
personas muy Vip, incluyendo mas de algunas del gobierno de esa época.
Una
noche la encontré en el centro, la invité a un trago. Conversamos amenamente un par de copas.
Ya cercano el toque de queda, me despedí para alcanzar a llegar a tiempo a casa.
Nos despedimos en la Alameda frente al Palacio de
Gobierno.
Siempre nos saludábamos con un beso en cada mejilla. "Como los franceses" me decía.
Después no la vi por unos cuantos años. Cuando
la reencontré me pareció algo extraña. Seguía vestida conforme a su muy propio estilo, algo vintage, con turbantes, collares, ojos bien maquillados, faldas largas.
Su tema
seguía siendo la socialité santiaguina.
Hubo ocasiones en que la veía, y me escabullía. Usualmente yo andaba de prisa y me era muy difícil eludir sus charlas tan extensas.
Hoy, estaba muy distinta. Mal vestida, mal maquillada. Sus
manos, antes manicuradas, estaban sucias, sus uñas negras. Desaseada.
Su boca casi desdentada del todo.
Rodeada de bolsas plásticas, ocupaba casi por completo un banco del paseo Ahumada.
Reconociéndome, me llamó.
Me acerqué y le saludé con un
beso en cada mejilla.
Dijo estar enferma, en situación de calle.
"Por consejo de alguien importante, vendí mi casa y quedé sin nada". No
parecía ser cierto lo que decía.
Me mostró sus tobillos y muslos llagados y malamente cubiertos por vendajes sucios.
Pensé que estaba a un paso de gangrenarse y de sendas
amputaciones.
Sentí una pena inmensa. La escuché por cerca
de media hora. Sólo delirios de grandeza y recuerdos.
Me despedí tal cual le saludé.
Ahí me percaté que
había muchas personas participando como espectadores no invitados a este encuentro tan dispar y de las historias sobre personajes encopetados.
Les miré y les dije: "Ella era muy hermosa y de la alta sociedad".
Me
quedaron mirando incrédulos y, después, cada cual siguió en sus quehaceres
Proseguí mi camino.
Y ella se perdió en la calle como una lágrima....
4 comentarios:
Interesante historia. No deja de provocar algo de melancolía.
Me recuerda mi re encuentro de hace unos años con un amigo añorado de la juventud. Descubrí que estaba loco y que lo estuvo siempre. Solo que ahora, mi madurez me permitía advertirlo.
Yo soy tu comentarista anonimo y solicito salir del anonimato. O que al menos contestes mis opiniones. ¿Cómo sabes si de aquí brota o rebrota, mejor dicho, una amistad?
Estimado Anónimo: Agradezco tu buena voluntad para visitar este Blog. Me llama la atención porque son muchos los que le visitan y muy pocos los que comentan en el.
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Date una vuelta por el. Te aseguro quedarás fascinado y no podrás dejar de volver a visitarlo y comentar y disfrutar cada uno de sus escritos.
Muy generoso de tu parte...ja ja
Nadie podría pensar que lo haces de casualidad...
Qué generoso eres! Me imagino que ese blog que tanto elogias debe ser de alguien a quién estimas mucho. Te invito a que juntos entremos a ese blog y los dos dejemos un comentario ¿Qué te parece?
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