Los 7 pecados capitales |
Enumerados por primera vez en el siglo VI por el papa San Gregorio
Magno e inmortalizados siglos más tarde por Dante Alighieri en La Divina
Comedia, los siete pecados capitales han sido desde entonces la
descripción de los vicios que alejan al hombre de la moral cristiana.
En la actualidad, sin embargo, este grupo de pecados
puede ser utilizado también para describir los vicios que aquejan a las
empresas. Así, por lo menos, lo expuso Gustavo Oscar Domínguez, director
general de Campari, durante su intervención en la "III Bienal de
Management".
Según describió, estas conductas llevadas al campo
del management, son factores que operan negativamente en las
organizaciones, frenando su desarrollo, entorpeciendo la integración de
las nuevas generaciones e impidiendo la concreción de su verdadero
potencial. Es por ello que parece imperativo para las empresas trabajar
sobre estos vicios para frenar sus efectos.
La avaricia del management remite a la acumulación,
no de dinero, sino de poder y conocimiento. "Esta concentración no va
más; hoy estamos ante una generación. Y que quiere ser parte y, para que
eso suceda, es necesario delegarle responsabilidades", afirmó
Domínguez.
La gula, por su parte, se traslada del consumo al
mercado, pero no cambia su significado: querer más de lo que uno puede
abarcar. En el caso de las empresas, esto puede llevar a que se estiren
de tal forma que terminen por desintegrarse.
La intencionalidad del tercer pecado, la pereza,
también se traslada de manera similar de un universo significante al
otro. "Se trata de no luchar por cambiar, hacer todos los días lo mismo y
no preocuparse como líder por que la gente de más", explicó Domínguez.
La lujuria, asociada con el deseo, en el management
cambia de sentido. "Como manager, todos te están mirando todo el tiempo,
por lo que tenés que obrar con el ejemplo", destacó el gerente general
de Campari, quien asoció esta mirada constante con la ira, emoción que
describió como "absolutamente negativa" y mala para los de abajo.
"La
gente te mira para reflejarse, por lo que es necesario controlarse y
tratar de bajar los niveles de confrontación y solucionar los
problemas", agregó.
La envidia implica, tanto en la empresa como en la
religión, desear algo que otra persona tiene y que uno percibe como que
le hace falta, lo que lleva a que uno termine deseándole el mal al
prójimo.
En términos estrictamente organizacionales esto implicaría, por
ejemplo, no tener un plan como compañía y copiar el de otra. Sin
embargo, reforzó Domínguez, "para ser distinto tienes que ser auténtico,
para lo que debes que tener un criterio y estrategia propios".
El séptimo y último pecado capital, la soberbia, es,
para Domínguez, "el que puede ser más dañino en el management", ya que
lleva a que las empresas sobredimensionen su tamaño o importancia en el
mercado.
"Las organizaciones deben mantener niveles de humildad y asumir
que no son perfectas, ya que el orgullo destruye más empresas que la
competencia", concluyó.
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