Basta una simple consulta anual al especialista para evitar graves complicaciones, considerando que es la tercera causa de muerte por cáncer en hombres.
La patología prostática benigna es la enfermedad de mayor prevalencia en los hombres sobre 45 años. De hecho, se calcula que en la tercera edad los trastornos de esta glándula fácilmente pueden alcanzar hasta el 80%.
La próstata tiene la forma de cono invertido y se encuentra en la parte inferior del abdomen, debajo de la vejiga. Es propia del varón, pero el tipo de tejido es parecido al del pecho de la mujer. Su principal función es producir el fluido que nutre a millones de espermatozoides suministrándoles un medio en el cual nadar. Por consiguiente, es vital para la fertilidad del varón.
Por razones de tipo hormonal aún no completamente conocidas, se inicia un crecimiento del tejido prostático. Esto sucede muy lentamente y no causa ningún dolor. La glándula comienza a aumentar de volumen hacia el interior de la vejiga y sus paredes interiores se van acercando entre sí, obstruyendo la uretra. Ante este obstáculo, la vejiga debe hacer cada vez un mayor esfuerzo para evacuar la orina, pero llega un momento en que ya no es
capaz de eliminar todo su contenido. Al quedar un residuo, la vejiga se vuelve a llenar en menor tiempo, por lo que la persona necesita ir al baño más seguido, durante el día y la noche ocasionándole gran incomodidad. Si éste es su caso debe consultar.
A nivel de esta glándula se distinguen dos grandes patologías: el cáncer y la patología benigna de próstata.
En el primer caso, aunque no tenga síntomas, el paciente debe consultar cuando hay antecedentes familiares por cáncer y desde luego controlarse una vez al año por medio del examen con el antígeno prostático específico y también por medio del tacto rectal, exploración que le permite al médico palpar con el dedo parte de la glándula y determinar si hay nódulos duros en forma de botón que pudieran significar cáncer. Si se encuentra alguno (antígeno prostático específico o el tacto rectal), se harán más pruebas, además de una biopsia, para determinar si existen células cancerosas.
El segundo caso, corresponde al adenoma de próstata, debido a cambios hormonales la próstata aumenta su tamaño y esto hace que comprima la uretra, impidiendo el paso de la orina desde la vejiga hacia el exterior, lo que causa síntomas urinarios molestos o
dolorosos.
A los 60 años aproximadamente, el 50% de los hombres sufre de algún síntoma relacionado con este crecimiento, los que van aumentando con la edad.
Entre las personas que presentan adenoma de próstata, alrededor del 20% requiere de algún tipo de tratamiento, ya sea farmacológico o quirúrgico.
Los síntomas son generalmente de aparición lenta y sus mayores complicaciones son la retención urinaria, las infecciones, el sangramiento y la insuficiencia renal, en casos avanzados.
Fuente :La Segunda Online