Ayer, Lunes 30 de Abril, se fabricó la última partida de botellas del querido "Sorbete Letelier". El único chileno, y con una pequeña guinda en cada uno de sus envases.
Comenzó a elaborarse en forma artesanal en el año 1930. Delicia de los hogares y alegría para los niños, que se peleaban por ser quienes encontraran y disfrutar la guinda.
Cuando llegaron las grandes empresas extranjeras y comenzaron a copar el mercado chileno, nuestros paladares no las cambiaban por el "Sorbete Letelier" ni la "Bilz". Bebidas ambas que siempre estaban en las reuniones familiares.
Pero, el marketing asomó la naríz y comenzó a desplazar nuestras tradiciones.
Recuerdo cuando a nadie le gustaba la primera bebida Cola que llegó a Chile. La repartían gratis, desde camiones, en las afueras del Estadio Nacional.
Pasaron los años. Aparecieron los supermercados y las ya entronizadas marcas foráneas comenzaron a dictar las reglas del juego. Y lograron prohibir el acceso a estos comercios al "Sorbete Letelier".
Sus fabricantes sobrevivieron vendiéndola en los almacenes y botillerías de barrio.
Más, como todo lo bueno, no fueron capaces de resistir la falta de presencia en sitios de mayor poder comprador.
Y ya no será posible volver a degustar su sabor ni lograr conquistar su guinda.
Otra tradición que nos deja en nombre de un progreso no siempre respetuoso.
Es posible que retorne, pero con dueños diferentes que verán la oportunidad de presentarlo como una "Nueva" bebida y logre el éxito de ventas que hasta ayer les fue negado.
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