lunes, 28 de mayo de 2012

Aprende a conservar mejor tus alimentos

La leche:  Los productos lácteos nunca deben perder la cadena de frío. Denominamos “cadena de frío” al mantenimiento constante e ininterrumpido de un alimento bajo condiciones de refrigeración, a lo largo de toda su cadena de producción y comercialización, hasta su consumo.


Leche abierta puede estar de 2 a 3 días en el refrigerador.


Los excesos de temperatura, la humedad, la luz, el oxígeno o simplemente el tiempo, son factores que provocan diversos cambios físicos y químicos, manifestados por alteraciones del color, olor, sabor, consistencia o textura de los alimentos.


  La alteración de las propiedades físico químicas de la leche pueden generar intolerancias digestivas al consumirla, por lo que es importante desechar toda leche en mal estado.

La carne: Las más peligrosas son las carnes picadas, que sólo pueden estar entre 1 y 2 días en refrigeración, teniendo en cuenta el tiempo que ya está corriendo en el supermercado antes de que la compremos.



No es recomendable recongelar los alimentos una vez descongelados, ya que aumentamos aún más su contenido bacteriano y empeoran sus características organolépticas (sabor, textura, olor y color).


Es decir que tendremos un producto que no es seguro desde un punto de vista higiénico y de poca calidad desde un punto de vista culinario.


 Lo que sí es valido es descongelarla, cocinarla y luego volverla a congelar.

El queso: Las variedades blandas tienen gran contenido acuoso, como los quesos untables o los cremosos. Estos deben conservarse en refrigerador.



Los duros, tipo sardo, perduran más tiempo sin frío por su bajo contenido en agua y alto contenido en sodio; lo cual los vuelve un medio menos propicio para el desarrollo bacteriano.


Para saber si está en mal estado hay que tener en cuenta que suelen presentar moho en su superficie y un sabor y aroma muy intenso, por la actividad de las bacterias lácticas.

Vegetales: Las frutas y verduras pueden estar en refrigerador entre 3 y 5 días. Lo ideal es lavarlas previamente antes de guardarlas, y dejarles su cáscara o corteza superficiales. Para poder congelar vegetales, en necesario primero someterlos a una pequeña cocción para eliminar las enzimas que pueden descomponerlos durante el proceso de congelado y descongelado



Sopas instantáneas: Pueden conservarse hasta 5 días en un envase bien cerrado.

Pollo crudo: Resiste entre 2 y 3 días en refrigerador. Antes de congelarlo, conviene sacar el producto del envase inicial, quitar parte de la grasa visible y los huesos. No es necesario lavarlo si se quita la piel.



Pescados y mariscos: Hay que tener un especial cuidado con estos alimentos, ya que son muy peligrosos cuando están en mal estado. Si están crudos pueden estar en el refrigerador entre 1 y 2 días. Cocidos, no más de 24 horas.


El café: Si está tostado y molido se deteriora fácilmente a causa del aire, la humedad, el calor, el tiempo y los aromas de otros productos. Siempre es preferible guardarlo sin moler. Una vez abierto el empaque hay que almacenarlo dentro de recipientes herméticos, en un lugar lo más frío y seco posible. Si ya está preparado se debe consumir en el momento. Así, la bebida conserva muchos aromas volátiles que tienden a perderse en corto tiempo.


Las galletas: Los productos secos son fáciles de conservar. Tienen una vida útil larga mientras permanezcan cerrados en su empaque original. Si el paquete ya se ha abierto, basta con meterlas en un recipiente hermético (también sirve su bolsa original cerrada con una pinza), lo que evita que capten la humedad ambiental y absorban olores extraños, o reciban la visita de los insectos. En caso de que se humedezcan, no sólo tendrán un sabor feo, sino que se forma un medio propicio en el que se pueden desarrollar bacterias perjudiciales para la salud.


El pan: De la misma forma que las galletas.
Pero hay que prestar atención cuando una unidad del paquete se encuentra en mal estado; en este caso lo más conveniente es eliminar toda la partida para evitar inconvenientes, sobre todo si los consumen niños, embarazadas o adultos mayores.

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