lunes, 16 de marzo de 2015

Usted es un ratón y todos sus recuerdos son falsos. Por Antonio Martínez Ron | Neurolab

En el año 2084, Douglas Quaid decide pagar a la compañía Memory Call para vivir unas vacaciones virtuales en Marte. La empresa le implantará falsos recuerdos y para él será como haber viajado al planeta rojo. Pero algo sale mal. Cuando abre los ojos descubre que es un agente secreto y alguien ha estado jugando con su memoria. Es el argumento de la película "Total recall" (traducida como "Desafío total" en España y como "El vengador del futuro" en Hispanoamérica), protagonizada por Arnold Schwarzenegger e inspirada en una novela del maestro de Philip K. Dick.
Hasta aquí todo familiar. Ahora imaginemos una escena similar en un laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Usted es un ratón y el primer día del experimento le introducen en una jaula maravillosa. El suelo es negro, hay una tenue luz roja y el olor es de lo más agradable. Da gusto estar en este lugar. Al día siguiente, los investigadores le trasladan a una nueva jaula, pero aquí todo es mucho menos confortable. Las luces, los colores y los olores son diferentes y, de repente, empiezan a darle descargas eléctricas en los pies. Salta y trata de escapar como sea de ese lugar. Por el dios de los ratones, ¡aquello es un infierno!
El tercer día los investigadores se han apiadado de usted y lo han devuelto a una jaula sin descargas. A mediodía, les trasladan de nuevo al primero de los habitáculos, el de la agradable luz roja. Pero en cuanto pone un pie dentro se queda usted paralizado por el horror. No tiene explicación, pero es como si estuviera otra vez en la jaula de las descargas. Le invaden una angustia y un terror inexplicables y quiere huir también a toda costa de ese lugar. Alguien está jugando con su cerebro.
Esto es lo que usted habría vivido si hubiera sido uno de los sujetos del experimento realizado por Steve Ramirez y Xu Liu en el MIT. Su trabajo, publicado en Science, muestra una nueva vía para implantar falsos recuerdos en el cerebro de los ratones. En concreto, los científicos han sido capaces de capturar un recuerdo real, alterarlo y comprobar que el ratón se comporta de acuerdo con este recuerdo alterado.
La clave para llevar a cabo este experimento está en la técnica empleada, conocida comooptogenética. Se modifica al ratón genéticamente y se introducen en una zona de su hipocampo (el núcleo clave para la fijación de recuerdos) una serie de neuronas que se activan cuando son estimuladas por la luz. Dicho de manera muy simplificada, si los investigadores introducen posteriormente un cablecito con luz en esa zona, esas neuronas se pondrán en marcha y activarán un recuerdo.
Pues bien, cuando introdujeron al ratón en la primera jaula, la agradable, ya tenía esas células implantadas y se asociaron con el recuerdo de ese habitáculo. En el segundo escenario, en el de las descargas, los científicos estimularon con luz esas neuronas clave asociadas con la primera jaula para vincular ambas experiencias. Y lo que sucedió el tercer día es que al volver al primer escenario, el ratón se quedaba paralizado de terror por el recuerdo falso que asociaba la jaula buena con la mala.
Para asegurarse de que no era una respuesta por defecto, se llevó a los ratones a otras jaulas y se comprobó que allí no desataban la respuesta de terror, lo que demuestra que el recuerdo solo se activa cuando actúa este grupo de neuronas en los sitios marcados.
En los últimos años está avanzando mucho en el conocimiento de cómo se activan y desactivan los recuerdos en el cerebro. Hay dos teorías que compiten, la que dice que la memoria se almacena de una forma más global y los que aseguran que existe un lugar clave en el hipocampo, el giro dentado, que funciona como una centralita de recuerdos.
En España, varios grupos de investigación realizan experimentos en este terreno. Alberto Ferrús (Instituto Cajal) y José María Delgado (Universidad Pablo de Olavide) han comprobado cómo se puede borrar o alterar un recuerdo en un ratón o en una mosca. El mejor momento para borrarlo, o modificarlo, es en el que se vuelve a evocar ese recuerdo, lo mismo que sucede con los lavados de cerebro o las técnicas para alterar la memoria. En el laboratorio de Ferrús han conseguido alterar la memoria de moscas del vinagre para que un olor que habitualmente les resulta repelente pase a resultarles atractivo. El equipo de José María Delgado borra recuerdos concretos de ratones, en tareas como tirar de una palanca o comer un trozo de queso.
Todas estas investigaciones tienen como objetivo desarrollar nuevos fármacos que permitan, por ejemplo, borrar los recuerdos que impiden llevar una vida normal a alguien que ha tenido un terrible accidente y es víctima de estrés post-traumático. La técnica para implantar recuerdos falsos, o artificiales, está por ver si es trasladable en humanos, pero una posible aplicación sería restaurar memorias perdidas en determinados pacientes, o incluso añadir recuerdos felices a alguien que es víctima de profundas depresiones. Pero, de momento, ese tipo de cosas pertenecen aún al mundo de las películas de Schwarzenegger.


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