martes, 20 de enero de 2009

¿Sal o Salud? ¡Usted elige!

De acuerdo al Dr. Hernán Borja, nefrólogo y académico de la carrera de Medicina de la Universidad Andrés Bello, sin duda el consumo excesivo de sal suele ser nocivo para la salud de las personas.
La fisiología humana está adecuadamente diseñada para una baja ingestión de sal, propia de las poblaciones humanas primitivas, sin embargo el progreso de las sociedades modernas ha sido acompañado de un aumento importante de su consumo, lo que tiene directa relación con el incremento de la prevalencia de presión arterial elevada y las consiguientes complicaciones, invalidez y muerte prematura a causa de enfermedades cardiovasculares como los infartos cardiacos o accidentes vasculares cerebrales.
Ante esta realidad el académico de la Universidad Andrés Bello explica que se cuenta con importantes
pruebas de que una ingestión alta de sal contribuye al desarrollo de hipertensión arterial. "Esta es la llamada hipertensión sal-sensible, que afecta a aproximadamente un 50 por ciento de las personas con presión alta, y en la que es como si se necesitara elevar la presión arterial para poder excretar a través de los riñones el exceso de sal consumido". De acuerdo al académico los hipertensos de edad mayor son característicamente más sensibles a la sal.
Actualmente se están investigando marcadores que, a través de algún examen de laboratorio, en el futuro permitan determinar la sensibilidad a la sal de una persona.
En sociedades con elevada ingestión de sal la hipertensión arterial se observa con más frecuencia, en cambio, en aquéllas donde culturalmente su consumo es bajo, la hipertensión es más bien escasa.
Existen pruebas experimentales en chimpancés que demuestran ocurrencia de elevación de su presión
arterial al ser alimentados con dietas ricas en sal, retornando la presión a cifras más bajas al normalizar la dieta de estos primates que son muy parecidos al hombre.
De igual forma se ha observado que bebés humanos, alimentados con dietas bajas en sal tienen
presiones arteriales menores que aquellos que se alimentan con dietas normales en sal, efecto el cual
permanece aún quince años más adelante.
La disminución del consumo de sal es una herramienta substancial en la prevención de la hipertensión
arterial. Así mismo, la restricción de sal es un elemento central en el tratamiento de la hipertensión,
al punto que la omisión de esta prescripción es causa frecuente del fracaso al tratamiento antihipertensivo.
El Dr. Borja resalta que la restricción de sal, además, produce otros efectos beneficiosos como la
reducción de la mortalidad por accidente cerebrovascular, corrige el engrosamiento patológico del
músculo cardiaco, y disminuye la excreción de calcio por la orina, previniendo así el desarrollo de
cálculos urinarios y la pérdida de calcio de los huesos que conduce a osteoporosis.
Igualmente, las personas con patología cardiaca, renal o hepática son propensas a retener sal en el
cuerpo, y se favorecen con la restricción de sal en la dieta.
Fuente: LaSegundaOnline

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