miércoles, 14 de septiembre de 2016

Discapacidad y asientos reservados. Existe una ley que protege a los discapacitados. ¡Hagámosla cumplir!


A pesar de la modernidad en la que esta nuestra sociedad y que uno pensaría que somos más responsables y conscientes de las cosas que realizamos con nuestro entorno y con nuestros iguales, al observar los comportamientos en el transporte público, uno puede percatarse de lo contrario.

¿Cuántas veces hemos observado  como las personas se hacen las dormidas en los buses o en el metro o utilizan el ascensor preferencial cuando ven a una persona que usa bastón o algo parecido?
 Esto ocurre en especial si van sentadas en asientos destinados a personas con movilidad reducida o miran para otro lado cuando ven a una persona que a la que deben ceder el asiento con la idea que otro le otorgue el asiento. 
En especial este hecho lo he visto principalmente en mujeres de mediana edad, las cuales esperan a que un varón ceda el asiento ante estas personas o se molestan cuando una persona que tiene estas características les solicita el asiento o, simplemente, se niegan a ceder el asiento sin tener ninguna discapacidad física.
Recordemos que estos asientos están destinados para ser usados por personas con movilidad reducida, embarazadas o tercera edad y que en ausencia de estos puede ser usada por terceros.


 Por lo cual, la gente no debe dar el asiento por simple sentido humanitario o de educación o por la presión social de las personas que lo miran feo, sino porque la ley establece que debe existir 2 de cada 20 asientos en el transporte público destinados para ello (principalmente discapacitados,Ley  18.290)  y que es reforzada por la ley 20.422 sobre discapacidad y esa persona con un grado de discapacidad esta simplemente ejerciendo su derecho y, por lo ello, perfectamente podría solicitar en caso de que esto no ocurra, que el transporte que está utilizando se detenga y sea informado carabineros para multar al trasgresor de la ley. 
Este derecho lo desconocen la mayoría de las personas que tienen un problema físico y en especial el resto de la sociedad.

Cuando utilicemos los asientos o ascensores destinados para ellos, pensemos siempre que están destinados especialmente para ellos y que debemos cederlos, en caso, de que no deseemos hacerlo es preferible utilizar las escaleras o sentarnos en un asiento que no tenga la distinción de preferencial.

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