martes, 1 de noviembre de 2011

Mala noche de Halloween.


Después de mucho tiempo proyectamos hacer un esfuerzo para pintar nuestra casa.
Ahorramos lo necesario para los materiales y decidimos hacerlo durante este
tan largo fin de semana.

Y nos pusimos manos a la obra. El Lunes habíamos avanzado bastante. Trabajamos
hasta después de la puesta del sol.

Agotados, nos fuimos a descansar justo cuando aparecían los primeros seguidores
de Halloween. Celebración extranjera, con la cual no me identifico por ser muy ajena a nuestras raíces.

Comenzaron los repetidos toques del timbre. Nosotros queríamos dormir para terminar mañana lo que aún estaba pendiente.

Cerca de las 23.00 Hrs. un fuerte golpe nos sacó del sueño que llegaba. Nos levantamos a ver. Un grupo de anónimos y cobardes agresores hallowinescos lanzaron naranjas que reventaron manchando las paredes recién pintadas de nuestro hogar.

Vamos a tener que volver a pintar.Difícil que quede como estaba.

No creo que esta noche podramos conciliar con facilidad el sueño. Esa agresión inmerecida e insensata nos causa desazón. Nos sentimos indefensos e invadidos. Vivimos en un barrio tranquilo y no esperabamos situaciones de este tipo. Todos nos conocemos desde hace muchos años. Y en general tenemos una grata relación.

Las personas que pasaron disfrazadas en su mayoría no eran de nuestro entorno.
Apatotados se envalentonaban para seguir sus instintos primarios. Es lo mismo que observamos a diario: los encapuchados haciendo destrozos en la propiedad pública y privada, sabiendo que no les pasará absolutamente nada.

Estoy seguro que esta moda foránea va a ser mas fuerte cada año. ¿Como poner límites a los excesos que puede traer esta festividad pagana?

Sabemos que fue una muy buena idea de sectores del comercio para engrosar año a año sus arcas. Sus futuras campañas publicitarias deberían incluir un llamado a respetar a quienes no comulgamos con estas "celebraciones".

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