En la tranquilísima ciudad de San Fernando, a comienzos de los "60, sus habitantes se preparaban para una nueva elección de parlamentarios. Recorriendo las calles, dos antiguos conocidos de este sitio caminaban y leían la propaganda de los candidatos. Era al atardecer, una hora adecuada para crear ideas que rompiesen la rutina provinciana. Julio y yo reparamos en los slogans primitivos, que se repetían cada cuatro años. Lo pensamos y decidimos: ...Y ¿Si les diésemos una ayudita?
En la noche, en mi casa, premunidos de hojas de papel oficio, un par de esas acuarelas "Gloria" (que imitaban una paleta de pintor, y con unos colores del porte de monedas, un par de pinceles de modesta calidad, harina y un tarro de pintura vacío.
Hicimos un estudio de los candidatos mas interesantes para nuestro proyecto: La primera fue una señora que prometía el caos en caso de no salir electa: Por lo pitonisa, le bautizamos como a una señora que hacía horóscopos: Regina Orrego (Ella era una adivina de esos años, que fue famosa en esa época. Su marido también: le descubrieron una interesante hermandad de practicas sexuales que causó las delicias de los lectores de la Revista "Vea").
Escrito con esa acuarela y sobre la mitad de una de las hojas oficio, nació nuestra primera creación:
"La Regina Orrego Colchagüina".
Siguióle lo agregado a un conocido cabeza caliente (por los buenos mostos de la región), que prometía cambios radicales y toma de justicia por la vía de las armas. Se merecía la frase: "¡Por una revolución sangrienta!".
Contiguo a la Zona Sur oriente de la Plaza de Armas, había una pequeña galería, con arcos oscuros y sin iluminación: El Portal. Albergaba la notaría de la ciudad, una pastelería, librerías y otros pequeños negocios. En la noche reinaba una oscuridad mayor que la entrada al mismo Averno. De esas sombras se aprovechaban todos los que tenían alguna necesidad fisiológica. Con la luz y el calor del día, los hedores y desechos humanos se percibían a distancia. Por esa misma causa, al candidato que prometía cosas casi imposibles, le quedó hecha a la medida el slogan : "¡Pondrá papel confort en El Portal!".
Siendo zona huasa, en ese tiempo en que no se imaginaba la Reforma Agraria, algunos terratenientes se entretenían postulando al Congreso. Al mas encumbrado, le regalamos la frase: "¡ Justicia para los latifundistas!".
Hechos unos 40 de estos manuscritos, preparamos engrudo y, tarro y carteles en mano, recorrimos las vecindades de nuestro barrio. Estuvimos pegoteando un par de horas, bajo los afiches partidistas y después, cada uno a dormir, para estar a tiempo a las clases en el Liceo.
Ya en el día tuvimos noticias de las repercusiones de nuestra iniciativa.
¡Muchos reclamos a la autoridad! ¿Que desvergonzada canalla atentaba contra los paladines de la virtud ciudadana?
Al segundo día, la noticia llegó a Santiago: La Radio Sociedad Nacional de Agricultura nos dio espacio en Telenoticias, su noticiario estrella: Nos bautizaron como "Vándalos de buen humor". Ese nombre también lo adoptó la prensa sanfernandina.
En la noche, el bucólico mercado de la ciudad apareció con un carabinero de punto fijo.
Conferenciamos con Julio. Necesitábamos de ayuda. Se nos unió Jorge, experto en el trato con la policía de esa época. También mi primo Ricardo Javier ( Quien ni imaginaba que alguna vez sería Vicerrector de Asuntos Estudiantiles de la Usach y, además, gestor y creador de la gran Biblioteca de esa Universidad). Mi hermano Patricio y otro amigo, llamado Luis (y autobautizado "Chacal", por el Chacal de Nahueltoro).
Dos noches después, con mas material para nuestra campaña, Jorge saludó al carabinero de punto fijo. Ya era el tercer turno en que todo estaba tranquilo, así que no tuvo problemas en dejar su puesto para disfrutar de una taza de té calentito en la casa de Julio. Jorge y mi hermano eran los cordiales anfitriones, mientras Julio, Luis, Ricardo Javier y yo, llenábamos los postes del mercado con la propaganda transgresora.
Tuvimos incluso el descaro de poner uno de nuestros letrerillos en la puerta de la casa de don Juan Danús Roselló, filósofo y escritor. ( En esa época era uno de los primeros colaboradores latinoamericanos de la Enciclopedia Británica). Don Juan, de mirada severa, con aspecto huraño y cascarrabias, tenía un corazón de oro y, en mas de alguna ocasión, nos dió charlas en un grupo cultural juvenil que creamos en San Fernando. En esa época, en Brasil, los electores estaban descontentos y en unos comicios dieron la mayoría a un hipopótamo de su Zoológico, llamado Cacareco. Don Juan Danús, disconforme con la gavilla de candidatos, decidió hacer lo mismo y, por la prensa, anunció que votaría por su perro llamado Fermín. Apoyando su idea, colocamos en su puerta un papel engrudado, con la frase escrita: "Vota por Fermín!".
Don Juan lo tomó con mucho humor y escribió un artículo al respecto.
Pero, eso es otro cuento. Pasaron las elecciones, la gente siguió hablando por algunas semanasde los buen humorados vándalos de los cuales, casi medio siglo después, se ha contado la verdadera historia.
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