El Barbican y la productora del agente 007, EON, han unido fuerzas para mostrar al público desde mañana los vehículos, las vestimentas y todos los artilugios que han convertido a James Bond en la saga cinematográfica más icónica y popular.
Desde el bikini que llevó Ursula Andress en "Dr No" (1962), la primera de las películas de Bond, hasta el Aston Martin gris de Sean Connery, la exposición es un regocijo para los apasionados de las cintas basadas en las novelas de Ian Fleming.
Titulada "Diseñando a 007. Cincuenta años del estilo de Bond en el Barbican", la muestra es, sobre todo, una celebración de la habilidad, la imaginación y la ambición de los diseñadores y cineastas que han ayudado a convertir a James Bond en un reflejo de la exuberancia británica, además de un entretenimiento cinematográfico.
La exhibición, presentada hoy y que podrá ser vista hasta el próximo 5 de septiembre, está repartida en salas temáticas, en las que se muestran también fotografías y bocetos elaborados por los creadores de los decorados más famosos.
La banda sonora de James Bond, del compositor John Barry y que identifica al espía 007, recibe al visitante, que se sumerge en el mundo ficticio del personaje creado por Fleming a partir de su propia experiencia personal y profesional.
Durante la II Guerra Mundial, Fleming se dedicó a tareas de espionaje desde la llamada División de Inteligencia Naval Británica, lo que le permitió conocer desde dentro el mundo de los agentes secretos, además de viajar por todo el mundo.
Las salas están rodeadas de pantallas de televisión, que muestran imágenes de las cintas más célebres, interpretadas por todos los actores que han encarnado a James Bond: Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y el actual Daniel Craig.
Tampoco faltan los pasaportes, documentos confidenciales de los servicios secretos británicos MI6, las pistolas y los artilugios que han ayudado al agente secreto en las misiones más peligrosas.
También se pueden ver los esquís que usó el "doble" de Roger Moore para saltar, con paracaídas adosado en la espalda, desde las cimas de los alpes suizos en "La espía que me amó", y que convirtió a este prólogo -en 1977- en el más caro de todos los tiempos.
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