Recuerdo los primeros días del Metro de Santiago de Chile.
Cada vez que se inauguraba una nueva Estación,
salíamos de paseo con los vecinos del barrio.
Era una inocente y festiva experiencia.
Habia espacio para todos.
Era muy raro ver personajes de pié.
Hacíamos el viaje de ida y vuelta.
Y teniamos comentarios para varios días.
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